Sentidos

El aparato visual 

Está formado por dos grandes ojos compuestos situados en posición dorso-lateral de la cabeza y tres pequeños ocelos (pequeños ojos) organizados en triangulo en la parte frontal de la misma.
Los ojos compuestos están formados por un conjunto de unidades ópticas simples, alrededor de 6000 por cada uno, llamadas omatidios, Cada una de estas unidades captan una pequeña y especifica porción del campo visual que envían al sistema nervioso el cual procesa y forma una única imagen compuesta por miles de puntos, como si fuese un mosaico. La imagen que se genera no tiene nitidez, debido a eso las abejas tienen que acercarse a una distancia de 5 cm de una flor para distinguirla de las plantas y hojas; aunque para esta labor utilizan otros sentidos.




Otro factor importante es la percepción de los colores que está estrechamente relacionada a la polinización de las plantas con flores. Las abejas y los humanos poseemos un sistema visual basado en tres colores primarios (visión tricromática), aunque los límites de la banda de colores y la sensibilidad de losre ceptores son muy diferentes en las dos especies las: abejas tienen una mayor sensibilidad a longitudes de onda menores del espectro visual y menor sensibilidad para las longitudes de onda larga, eso significa que las abejas perciben los colores del mundo que las rodea de manera muy distinta respecto a los vertebrados superiores.




Las flores aprovechan de esta sensibilidad visual de las abejas para su propio beneficio. A los ojos humanos, los pétalos pueden parecer de color uniforme pero éstos presentan áreas que reflejan la luz ultravioleta que guían las abejas hacia la fuente de polen, garantizando de esa manera la polinización.




Diferente es la situación en la percepción de las longitudes de ondas largas que estimulan muy poco los omatidios, lo que deriva que una flor que al ojo humano puede parecer roja, una abeja la percibirá de color negro.
Para las abejas la percepción de los colores depende también de otro factor, la velocidad de vuelo, cuando se encuentran en vuelo a elevada velocidad no perciben los colores, solo vienen percibidos cuando se acercan y dan vueltas lentamente alrededor de las flores.
También el objetivo del vuelo afecta a la percepción de los colores, cuando las abejas se mueven hacia una fuente de alimento tienen una excelente capacidad de discriminar los colores, porque el objetivo es encontrar el polen escondido en las flores más llamativas, pero una vez de regreso hacia la colmena con la bolsa melaria llena, la visión de los colores toma menos importancia, en este caso ponen más atención a otros factores como el superar obstáculos o el reconocimiento de los ambientes, por eso que la percepción de los colores se vuelve superflua.
Además las abejas, como otros insectos, tienen una elevada sensibilidad óptica al movimiento, o sea pequeños y rápidos movimientos son percibidos de manera clara y detallada como si fuese en cámara lenta; esta peculiaridad es útil para identificar y seguir otras abejas en rápido movimiento, como ocurre en los vuelos nupciales o cuando enjambran; también interceptan los rápidos movimientos provocados por el viento de las flores más pequeñas o menos coloridas que compiten con las flores más grandes y atractivas para ser polinizadas.
En complemento a los ojos compuestos, las abejas poseen también “ojos primitivos” llamados ocelos, estos foto-receptores no perciben imágenes sino solamente la intensidad de la luz, incluida la luz polarizada, de esa manera pueden localizar el sol también en condiciones nubladas y por eso resultan tan importantes para su orientación. Las abejas al ocaso del día aprovechan esta percepción de intensidad lumínica solar para estimar la hora del día y calculan sí disponen de tiempo suficiente para recorrer la distancia de vuelta a su colonia.



Flores vistas con luz ultravioleta



















Las antenas de las abejas son el olfato, oído y tacto


El olfato, el tacto y el oído son sentidos muy importante para las abejas, porque en la completa obscuridad de la colmena tienen que reconocer e interpretar las señales de la reina y de sus compañeras, además son sentidos muy importantes también en el ambiente exterior de la colmena, porqué volando entran en contacto con sustancias que deben ser interpretadas por ellas.
Los órganos sensoriales más importantes de las abejas para el olfato, oído y tacto son las antenas, que les permiten analizar su entorno y evidenciar cambios de temperatura, vibraciones, humedad, vientos y mensajes químicos, etc.
Las antenas son apéndices articulados que surgen en el centro de la parte frontal de la cabeza y están formadas por una parte rígida llamada escapo que se une a un pedúnculo o pedicelo que sigue con una parte flexible, el flagelo, que esta subdividido en segmentos llamados artejos; el número de los artejos es 13 en los zánganos y 12 en reina y obreras.



Las antenas en su estructura están cubiertas por pequeñas unidades sensoriales básicas, las sensilias.



Existen sensilias de diferentes tipologías: en forma pilosa (órganos de tacto), placas y poros (para el olfato) y varían en número según que se trate de la abeja reina, obrera o zángano. Las sensilias son en número de 3.000 por antena en la reina que las utiliza para detectar el olor de la colonia; de 3.600 a 6.000 en la obreras que detectan las feromonas de la reina, de la cría y el olor del polen y néctar; 30.000 en los zángano para detectar las feromonas de la reina.
Además de la interpretación de mensajes químicos, en la oscuridad de la colmena, interpretan, a través del tacto vibraciones y lenguajes físicos, como la “Danza de Abeja” realizada por las abejas pecoreadoras, para indicar a las compañeras la distancia y la dirección de la fuente de alimento (néctar y polen de las flores) en relación a la posición del sol.
Cuando las pecoreadoras están en el ambiente exterior de la colmena, las antenas están expuestas al medio ambiente y con estas perciben la presencia de polen, néctar, agua y también predadores o sustancias ajenas, además analizan gotas de néctar o inspeccionan las flores.
Las abejas a través de las antenas que analizan feromonas y “danzas” tienen un intercambio de información continua que permite que todos los individuos sean constantemente y simultáneamente alcanzados por los mensajes con una extraordinaria eficacia que mantiene unidad la colonia.


El gusto

El sentido del gusto interviene cuando la percepción es por contacto y las sustancias se hayan en gran concentración.
Este sentido en las abejas es menos sensible que en los humanos, ya que existen sabores que no son detectados por aquellas, por ejemplo, concentraciones de una solución azucarada de un 2%, que para los humanos ya resulta bastante dulce, las abejas no la distinguen del agua pura. Esta baja sensibilidad ante una concentración de azúcar, es debida a que el néctar recolectado por las abejas debe de tener una gran cantidad de azúcar, pues en otro caso no resulta susceptible de transformarse en miel y conservarse durante el invierno.
Los receptores del sentido del gusto se encuentran situados en la trompa o probóscide.









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